Pero aquí no queda todo. A pesar de rebajar sus pretensiones en el proyecto inicial para que pudiera salir adelante la tramitación (con la respectiva votación en nochebuena), el duro revés que previsiblemente sufrirá Obama le ha obligado a cambiar de estrategia. Con la valoración en las encuestas muy por debajo de cómo estaba hasta hace un año, y con las elecciones legislativas de Noviembre en mente, Obama ha salido a la palestra con un nuevo plan de contención del gasto público.
Para ser más específicos, directamente la "congelación" del gasto público. ¿En que sentido? Pues afectará directamente a los departamentos de Transporte, Educación (una lástima) y como no, al de Salud. La intención del inquilino de la Casa Blanca (y me disculparán lo de inquilino, que no lleva mala intención) no es otra que echar un capote a las clases medias americanas (que ya era hora), con la suposición de que se ahorrará alrededor de un 3% del déficit de aquí a diez años.
Estoy completamente convencido de que esta medida ha surgido debido al ya conocido "Efecto Massachusetts", y que Obama ha captado el mensaje para centrarse en los problemas de la sociedad americana a corto plazo. Lo que realmente quiero plantear es ¿por una cuestión electoral es necesario mutilar el presupuesto de Educación o Salud? No se equivoquen, yo fui otro encandilado de la campaña electoral de Obama y me gusta su manera de trabajar hasta ahora. Pero creo que ahora más que nunca el presidente estadounidense tiene que demostrar que el diálogo y su capacidad de negociación sirven para algo. ¿Estará a la altura de su cargo? Porque la educación es el único tema que debería ser inamovible: "por la educación, lo que haga falta" sería un buen eslogan. Esperemos que pueda sortear todas las tempestades, incluida la del "Efecto Massachusetts".